jueves, 26 de agosto de 2010

Y qué coño hago llamándote mi amor

A ver, que me apetece follar, tampoco es tan difícil de entender. Que abramos un par de cervezas de esas verdes que tanto te gustan. O dos coronitas, yo qué se. En el fondo nos da lo mismo porque solo queremos emborracharnos y desgastar las sábanas ¿o no? Lo que pasa ahí fuera, abajo, en la calle, nos da igual. Porque somos jóvenes mi amor, podemos hacer lo que nos dé la real gana. Y qué coño hago llamándote mi amor. Bueno...Da igual, era por llamarte algo bonito, en el fondo no me gusta tu nombre y ya sabes, cualquier cosa menos eso. Saca la bolsita de polvos mágicos y dibujate una linea blanca bajo el ombligo, ¿nos colocamos? Joder, sí. Vivamos rápido como las estrellas del rock que nunca seremos. Ni yo se tocar la guitarra ni tu cantar, pero vaya si soy bueno con los dedos.

martes, 24 de agosto de 2010

Carreteras secundarias

Mira tú por donde no nos hizo falta la ruta 66 ni rock yankee para ser los protagonistas de nuestra película. Recorrimos carreteras secundarias con Pereza sonando en la radio del coche. Y oye, nos salió un viaje de lo más taquillero.

jueves, 19 de agosto de 2010

Habia una vez una chica llamada Dana que odiaba el verano. Viendo que aquel mes en Madrid estaba siendo un infierno urbano(los peores) cogió sus cosas, lapiz y papel entre ellas, hizo una maleta Muy grande y se marchó en busca de su Agosto esquimal.

lunes, 9 de agosto de 2010

Los domingos por la noche


La has visto salir pegando un portazo. Se ha ido enfadada porque esta noche no la has reservado para ella, como solías hacer los domingos. Tienes un compromiso de trabajo y ella lo sabe, pero es caprichosa, algo posesiva y la  tienes malacostumbrada, qué le vamos a hacer. Vas a la cocina a servirte un café (bravo, lo mejor para templar tus nervios, sin duda) y ves que se ha dejado el bolso. Lo coges de la encimera y lo abrazas, creyendo que es parte de ella aunque solo es un objeto. Te sientas con tu café, solo y sin azúcar como siempre, y abres la bandolera, que es de color granate como su pintalabios de los sábados por la noche. Abres también la cremallera como hipnotizado, siempre te han parecido mágicos esos chismes, tan simples y tan útiles, qué curioso…Y volviendo a la realidad de ese pequeño bolso lo acercas a tu nariz separando la apertura para ver que hay dentro, para ver si huele a ella y, efectivamente así es, huele a cuero y a ella. Sacas todo poco a poco. Primero el tarro de vaselina de cereza que lleva siempre encima (ya sabes, el frío de esta ciudad le castiga los labios), te untas el dedo índice y te pones un poco tu mismo, no se parece a besarla pero te consuela durante 5 minutos. Después, su pitillera de aluminio llena de cigarrillos Golden Virginia. Eso te recuerda el encanto que desprende cuando se concentra en no tirar nada a la alfombra cuando se lia el tabaco. Sacas ese libro del que te habló el otro día, ese que le está gustando tanto y que tú ya has leído, pero fingiste no conocer mientras te narraba sus párrafos favoritos. Una libreta pequeña y un boli bic con la tapa mordisqueda, un botecito de colonia de Zara, su cartera azul marino…La abres y ves una foto de carnet de vosotros dos del verano pasado, con un calipo de lima en su mano y un polo de fresa en la tuya, y piensas mientras te ríes que ella tiene razón, que el hombre de la relación no eres tú. Decides robarle la foto, te gusta demasiado. Y al sacarla sacas también sin querer un papel amarillo desvaído doblado 4 veces. Lo desdoblas. Ya no te acordabas de aquello: “Prometo solemnemente que los domingos por la noche serán tuyos. Tuyos y míos”. Vuelves a poner el papel donde estaba y corres hacia el teléfono para cancelar lo de esta noche. En ese momento llaman al timbre. Abres sin preguntar quien es porque ya lo sabes, es ella. – ¿Me das mi bolso? – Vuelves a meter todo corriendo y cierras la cremallera antes de que ella llegue también a la cocina y lo tiendes hacia su mano, pero tiras el bolso al suelo y la pegas a ti tanto como os permite su abrigo de lana gruesa. –Perdóname, esta noche es nuestra.-

domingo, 8 de agosto de 2010

Mi columna semanal

Yo seré quien subraye tus páginas. Elegiré un bolígrafo rojo de punta fina para resaltar tus mejores recuerdos. Y tú, tú escribirás con un bic azul mis páginas en blanco. Seremos un poco escritor y un poco lector a la vez. Prométeme ser mi crítico más objetivo y yo escribiré mi columna semanal siempre con el mismo subtítulo: "Para tí".