sábado, 27 de febrero de 2010

Prefiero no pensar

Aun recuerdo tu mirada.
La última parada de este tren que me lleva a ninguna parte, quizá a la estación llamada "mi perdición", no lo sé. 
Pero bésame y calla, ya habrá tiempo para llorar mañana. 
Que hoy sé lo que quiero: a tí.

martes, 23 de febrero de 2010

Un par de abrazos y un colacao calentito

-Me duele todo el cuerpo...
-¿Por qué no te tomas un gelocatil?
-Ya lo he hecho.
-Pues ya está, espera a que te haga efecto.
-¿Y para el corazón qué me puedo tomar?
-Para eso todavía no han inventado nada Martina, pero yo creo que un par de abrazos y un colacao calentito pueden ayudar. Y si además le añadimos una dosis de "Mi vida sin mi" y un montón de clinex, nos sentiremos mejor las dos. ¿Qué te parece?
-Enciende el DVD y yo voy a calentar la leche.

sábado, 20 de febrero de 2010

Decídete

-¿Te vas a decirir ya o esperamos a mañana?
-...
-¡Ana!¿estás aquí o...?
-Si... Mira, la verdad, podría decidirme por el batido de vainilla o por el de plátano, pero a mi lo que me apetece ahora mismo es comerte la boca, y después la polla, si me dejas claro. Podríamos ir al baño y montárnoslo ahí mismo, o irnos a casa, pero perdería la gracia del momento ¿sabes?
-...
-¿Te vas a decidir ya o esperamos a que se me pasen las ganas de follar?
-Vamos al baño Ana, vamos al baño.

miércoles, 17 de febrero de 2010

He pensado que te voy a querer, mucho. 
Te voy querer mucho porque un poco no me sirve, no es suficiente.
Yo necesito tener el corazón lleno de tí, casi a reventar. 
¿Has pensado cuánto vas a quererme tú?

domingo, 14 de febrero de 2010

He descubierto que los domingos pueden gustarme

De las tardes de Madrid puedo decir muchas cosas. Pero me quedo con un Domingo de frío hiriente en Debod, con una canción de Zahara en el movil y una de Ferreiro a voz en grito. Porque Madrid no tiene playa pero si recitamos la letra de Turnedo en un mirador el mar queda más cerca.
Una M conocida y una M nueva, un cartel con mi nombre escrito en mayúsculas al salir del Metro, la mitad de tú café y las manos congeladas pero cien carcajadas y un "te echaré de menos hoy". Mañana más y no sé si mejor, pero ya tengo ganas de que vuelvas, de volver yo también a sentir mi ciudad distinta, mejor.

jueves, 11 de febrero de 2010

Érase una vez

Érase una vez una chica buho que vivía de noche y dormía al amanecer. Soñaba con ser una gran actriz y jugaba en su habitación. Sus cortinas rojas hacían las veces de telón, un telón hecho de sueños por cumplir y otros tantos rotos. Una cajetilla de cigarros era su mejor amiga, unos zapatos de tazón y el eyeliner sus mejores armas y un camisón de encaje su mejor compañero de cama. No tiene reparto para su obra, pero tampoco lo necesita, ella sola se come el escenario que es su vida. Nuestra protagonista tiene el nombre que tú quieras: puede ser Margot o Anette, tal vez Julia, por qué no.

domingo, 7 de febrero de 2010

Abre la puerta

Recuerdo que una vez me dijiste que te gustaba tumbarte en la cama y mirar el techo. Nunca lo entendí y, desde aquel día he mirado tantas veces mi techo. Aun así sigo sin entender qué encuentras más allá de las manchas del gotelé. Quizá hay un universo paralelo que yo no he sabido descubrir. Y ahora, cada vez que miro arriba me acuerdo de ti. Bueno, y cada vez que miro por la ventana o cuando miro el suelo. Ya ni siquiera me molesto es buscar excusas para pensarte, no las necesito porque esto ha empezado a ser enfermizo.

Recuero también cómo solías decir que era mucho más fácil escribir las cosas que decirlas. ¿Crees que es más fácil escribir un te quiero que decirlo? Yo te lo escribí muchas veces, por toda la casa. En un papel pegado en el frigorífico con un imán, en la lata de galletas, en la servilleta del desayuno y hasta en el cajón de los calcetines. Pero nunca te lo dije. Quizá tenías razón.

Antes de irte me lo pediste:
-Dilo. Si lo dices no me iré.
-…
-Te juro que me quedo si me lo susurras, aunque sea casi imperceptible.

Y esperaste un minuto, dos. Pero no fui capaz. Si me abres la puerta ahora te lo digo, sé que estás escuchando esta llamada Laura, puedo escuchar el contestador desde aquí fuera. Ábreme la puerta y te lo digo hasta que me quede sin voz. Ábreme…

sábado, 6 de febrero de 2010

Ana odia los muebles del Ikea


Ana odia Ikea desde que tuvo un accidente con uno de sus sofás. Recuerdo que me contó esto a la semana siguiente de irse a vivir con Tom y yo mientras, me lo imaginaba todo como en una película:
Ana quería un sofá grande y rojo para su pequeño piso, uno de estos sofás que se comen medio salón. Y Tom, que se conformaba con el sofá de segunda mano que vendían en la tienda de la esquina, tuvo que resignarse ante los ojos suplicantes de ella. Pero sabéis qué pasa, que las cosas del Ikea te las tienes que montar tú, y Ana se creía una superheroína en estos asuntos. Sábado, 11 de la mañana, vaqueros viejos, camiseta blanca de tirantes y una bandana roja en el pelo, descalza. Aparece nuestra “manitas” en escena con la caja de herramientas en la mano. Tom se ofrece a ayudarla a montar el sofá, pero “no hace falta mi niño”. Después de dos horas de sudor y lágrimas, ya casi está listo. A Ana se le resiste el último tablón y de nuevo Tom se ofrece para sujetar el sofá : “ya te he dicho que puedo yo sola, joder”. Pero no, no pudo sola y el último tablón se le cayó sobre el dedo gordo del pie. Entonces Tom se empieza a reir a carcajadas de las caras que pone Ana y ella finge que se enfada, pero solo un poco, porque él la coje en brazos, la lleva a la cama y la besa hasta que el dolor se pasa.
-Odio los muebles del Ikea.
-Pero si te encantan…Jajaja.
-Pues ya no.
-No sé por qué, pero presiento que este sofá va a tener mucha historia.


Y qué queréis que os diga, a mí éstos dos me dan envidia.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Le cambiaré el oficio a la luna para verte cada noche y durante el dia seré brisa para acariciarte el rostro. Puedo ser también la arena de la playa para quedar marcada con cada paso que des. El olor a salitre que se cuela entre tu pelo y camuflarme bajo tu perfume como un soldado herido. Seré el bálsamo que pones en tus labios rotos si me lo pides. Solo tienes que llamarme. Seré una canción en tus oídos para que duermas bien y sueñes bonito. Si no consigo ser todo eso, entonces échame de tu vida, significará que no soy digna de bañarme en tus ojos cada amanecer.