
De todas las veces que pensé en saltar por la ventana no recuerdo una sola en la que no me parase a pensar en tí. Yo quería volar joder, quería ser un pájaro y llegar muy alto. En realidad creo que caí muy bajo. O eso dicen. He querido hacerlo bien muchas veces. No todas, lo admito, pero muchas. No te creas que no. Últimamente me he parado a pensar, hacía tiempo que no lo hacía. Acostumbro a vivir más en páginas que en aceras, qué te voy a contar a estas alturas. Pensar no me sienta bien, así, como conclusión. Volviendo sobre mis palabras te diré que he intentado salir de ésta no recuerdo cuántas veces y he acabado todas ellas en cama, si no es por una cosa es por otra, tú entre ellas. ¿Cuántas veces he escondido mis tijeras de recortar capítulos? ¿Cuántas veces me he olvidado de ir al supermercado? Vivir del aire ha acabado siendo lo mío, del aire que sale de tu boca, con exclusividad absoluta. Una, que es exquisita hasta para respirar. Creo que le hice demasiado caso a las películas y me olvidé de realidades más allá de la pantalla. Aun no han inventado relojes que midan el tiempo en horas, minutos, segundos y frames. Seguiré esperándote en horas de las de toda la vida con 3 tazas de café vacías sobre la barra y un cenicero cansado de esperar conmigo.