La has visto salir pegando un portazo. Se ha ido enfadada porque esta noche no la has reservado para ella, como solías hacer los domingos. Tienes un compromiso de trabajo y ella lo sabe, pero es caprichosa, algo posesiva y la tienes malacostumbrada, qué le vamos a hacer. Vas a la cocina a servirte un café (bravo, lo mejor para templar tus nervios, sin duda) y ves que se ha dejado el bolso. Lo coges de la encimera y lo abrazas, creyendo que es parte de ella aunque solo es un objeto. Te sientas con tu café, solo y sin azúcar como siempre, y abres la bandolera, que es de color granate como su pintalabios de los sábados por la noche. Abres también la cremallera como hipnotizado, siempre te han parecido mágicos esos chismes, tan simples y tan útiles, qué curioso…Y volviendo a la realidad de ese pequeño bolso lo acercas a tu nariz separando la apertura para ver que hay dentro, para ver si huele a ella y, efectivamente así es, huele a cuero y a ella. Sacas todo poco a poco. Primero el tarro de vaselina de cereza que lleva siempre encima (ya sabes, el frío de esta ciudad le castiga los labios), te untas el dedo índice y te pones un poco tu mismo, no se parece a besarla pero te consuela durante 5 minutos. Después, su pitillera de aluminio llena de cigarrillos Golden Virginia. Eso te recuerda el encanto que desprende cuando se concentra en no tirar nada a la alfombra cuando se lia el tabaco. Sacas ese libro del que te habló el otro día, ese que le está gustando tanto y que tú ya has leído, pero fingiste no conocer mientras te narraba sus párrafos favoritos. Una libreta pequeña y un boli bic con la tapa mordisqueda, un botecito de colonia de Zara, su cartera azul marino…La abres y ves una foto de carnet de vosotros dos del verano pasado, con un calipo de lima en su mano y un polo de fresa en la tuya, y piensas mientras te ríes que ella tiene razón, que el hombre de la relación no eres tú. Decides robarle la foto, te gusta demasiado. Y al sacarla sacas también sin querer un papel amarillo desvaído doblado 4 veces. Lo desdoblas. Ya no te acordabas de aquello: “Prometo solemnemente que los domingos por la noche serán tuyos. Tuyos y míos”. Vuelves a poner el papel donde estaba y corres hacia el teléfono para cancelar lo de esta noche. En ese momento llaman al timbre. Abres sin preguntar quien es porque ya lo sabes, es ella. – ¿Me das mi bolso? – Vuelves a meter todo corriendo y cierras la cremallera antes de que ella llegue también a la cocina y lo tiendes hacia su mano, pero tiras el bolso al suelo y la pegas a ti tanto como os permite su abrigo de lana gruesa. –Perdóname, esta noche es nuestra.-
lunes, 9 de agosto de 2010
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ains... que bonito...
ResponderEliminarpreciosa forma de recordar una promesa,
tanto sentido, tanto sentimiento :-)
esas cosas no se pueden olvidar!!
ResponderEliminar;)
esas cosas no se pueden olvidar!!
ResponderEliminar;)
¡Qué tierno! Ains, menos mal que recordó el pacto.
ResponderEliminarUn muá(h) y un sugu de frambuesa!
Por eso es siempre bueno tener PRUEBAS en donde afincar nuestra razón y hacer realidad nuestro deseo.
ResponderEliminarLos domingos y siempre. Así debería ser.
ResponderEliminarMe ha EN-CAN-TA-DO
joder, qué bueno :)
ResponderEliminarTanto sentimiento entre líneas :))
ResponderEliminarMe ha más que encantado
Saludos
Es genial, me ha encantado (L)!
ResponderEliminarMuy bueno :D
ResponderEliminarSiempre se tienen que guardar los pequeños recuerdos.
Yo tengo la manía de guardar tiquets, fotos, notas... todo lo que tenga.
Muá
No puedo creer que lo olvidara, con razon ella estaba enfadada!
ResponderEliminarque refrescante es pasarse por tu blog, muás
ResponderEliminarAcabas de explicar justamente el POR QUÉ se deben anotar en papelitos las cosas importantes... Demasiado bonito :)
ResponderEliminarD: Creo que me he enamorado de esta entrada.
ResponderEliminarTengo una sorpresa para ti en mi blog (aunque te comente poco por mi falta de tiempo, me encanta como escribes)
ResponderEliminarUn beso.
me puedes explicar como has puesto el MixPod porfavor?
ResponderEliminares que no me aclaro
Jo. Qué tierno... a partir de ahora voy a poner en práctica eso de jurar solémnemente en los papeles
ResponderEliminarmi Dana :*
las promesas deben guardarse siempre, no solo en trozos de papel, sinó en nuestro corazón.
ResponderEliminares precioso, me ha gustado mucho:)
Joder, Dana, joder...
ResponderEliminarQue bonito! Q_Q
guuuauuuu ! eso si que me ha gustadooo !! :D:D:D
ResponderEliminares..apasionado..tierno y sincero..de cierta forma..
escribes genial :)
un besoo!!
los recuerdos...tienen doble filo señorita
ResponderEliminarbonito texto señorita Dana!:)
ResponderEliminarmuá
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarSanto cielo.
ResponderEliminarSabes que te adoro Dana. Te leo y releo! Pero esto, esto ha sido demasiado. Te has pasado de la raya.
Creo que han sido los minutos mejor gastados de esta hermosa vida.
GRACIAS.
precioso!
ResponderEliminarternura y realismo en fusión.
es bonito no romper una promesa :)
te sigo!
Dana, precioso. En serio. Sigue asi.
ResponderEliminarTe sigo.
me encantan los domingos, pero creo que me gustarian mas todavia si alguien me hubiese hecho una promesa asi. que suerte que tiene esa chica!
ResponderEliminarbesogrande.
bufff, Dana!! me has emocionado! pero no todos contamos con una promesa en un trozo de papel para hacer recapacitar al hombre de nuestra vida... :( realmente precioso!
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