Bajábamos por la corredera alta, sin prisa porque ese era un
barrio y un momento para saborear. Me dio la mano algo tímida, como un niño de
8 años que le da la mano por primera vez a la chica de su pueblo que le gusta,
de esa forma. Resulta paradójico que un gesto tan inocente le causase ese
sonrojo habiendo hecho el amor como lo habíamos hecho hacía apenas unas horas
en una cama ajena. Pasamos por la puerta de un cine X. -Joder ¿Aun existen
estos sitios? Parece que si.- Me dije. Y me quedé parada delante de la puerta,
mirando la cartelera aun colgada de su mano, como quien mira el escaparate de cualquier
tienda. En su momento me pareció de lo más normal eh. No me preguntéis por qué
pero le pedí que entráramos. Ya lo sé, el sitio daba asco y quienes fuéramos a encontrar
dentro de la sala no serían mucho mejores, pero se apoderó de mi una especie de
morbo oscuro y sucio que me pedía a
voces ver una peli X. A lo mejor era solo curiosidad, a lo mejor era esa clase
de cosas que tienes que hacer una vez en la vida aunque te salgas a los diez
minutos por la puerta de atrás entre risas ahogadas. Pero la verdad, ese día no
hubiera sido lo mismo sin toda la historia de aquel antro de mala
muerte. Me enamoré de ella un día raro,
pero qué bonito joder…
Disfruto la calma de las mañanas en tu cama. Este domingo que sabe a fresas aun sin haber desayunado. Entiendo de repente de qué hablan las líneas de luz que la persiana proyecta sobre la piel que me alimenta. Huele a sol y al frio que se quiere escapar. Y yo lo atrapo con los brazos para luego tenderme mi propia trampa entre los tuyos. Una trampa que es cálida y deliciosa, como de miel caliente. Puedo rezarle a dioses que no conozco y esta mañana no nos será menos efímera. Tú sin embargo permaneces.
Sigues buscándote aunque ya deberías haberte encontrado. Sabes dónde estás, donde no quieres estar, pero no sabes donde quieres llegar. Miras en la cartera y ves que te has quedado sin dinero para gasolina. Chica, la vida está muy cara y tú te has vuelto muy rara, muy vaga. Pocas cosas te siguen haciendo temblar ¿verdad? Sé que tienes miedo y por eso tiritas, nada más. Se te han ido las ganas pero no los deseos y ¿ahora qué? Ahora nada. Sé Lázaro: levántate y anda.