jueves, 27 de mayo de 2010

Nunca se levantaba al lado de nadie


Me dio amor de muchas clases pero no del que yo quería. Me dio amor de barra de bar a las 12 de la noche, de baño de discoteca. Me dio amor de sábanas calientes y arrugadas, de hotel barato y de callejón oscuro. Me dio incluso amor de media tarde, a la hora del café. Pero ¿sabéis qué? Nunca me dio amor de desayuno, de despertarse y comerse a besos. Porque ella podía querer de muchas formas, pero nunca nunca se levantaba al lado de nadie. Siempre marchaba minutos antes del alba, cuando el frió es más intenso que en ningún otro momento del día. Te dejaba sola, encogida y abrazándote las rodillas en esa cama que aun olía a ecuación casi resuelta, pero con la incógnita sin despejar. ¿Queréis saber por qué nunca le pedí que se quedara? Culpad entonces al orgullo, lo llevo tatuado en la piel.

martes, 25 de mayo de 2010

Dijiste "se acabó", y tu voz me sonó sintética. Como si no fueses tú quien pronunciaba aquellas palabras archirepetidas en tantas películas. Como si fuese un compendio de todas las voces de actores que habían pronunciado la frase que una nunca quiere oir. Tu voz metálica, tu voz fría e impostada, justo como quedó mi corazón: aleación de los metales más duros y difíciles de fundir, frio e impostado también, ensayado cada uno de sus latidos.

lunes, 17 de mayo de 2010

Le pinté las paredes con mis recuerdos

Recordé paisajes e inventé otros tantos y los trasladé a las paredes de su habitación, para que nunca nunca sintiera que no podría salir de allí. Las cuatro paredes que un día fueron blancas están colmadas de las ciudades que han visto mis ojos, para que los suyos también puedan verlas desde cientos de kilómetros, tal vez miles. Y mi chica, postrada en la cama, siguió sintiendose algo enclaustrada, pero la sensación de asfixia que le oprimía el pecho se diluyó en las aguas de Copenhague que fluían sobre el yeso desconchado.

viernes, 14 de mayo de 2010

El autobús de las 7:50

Lenna vivía en la ciudad y Pau en un pueblo cercano. Ella cogía un autobús hasta la facultad, él, un tren y dos autobuses. A veces, él volvía a casa en el coche de Anna. Os contaré un secreto: esas veces, la sangre de Lenna hervía de celos. Aquella semana Anna había enfermado y no apareció por la facultad ningún día, así que Pau aprovechó la ocasión para coger un tren y después, el mismo bus de Lenna, el del número par y capicua. Pero ni el lunes ni el martes coincidieron. Eso es porque ella es muy puntual (tanto que a veces le sobra tiempo) y él llega siempre justito a las clases. El martes por la tarde, volviendo de la facultad en el mismo bus, él le preguntó:
-Lenna, ¿pero tú a qué hora coges el autobús?
-A menos cuarto, hay días que si pierdo ese cojo el de menos diez ¿por?
-Porque esta semama, al pasar por tu parada he pensado "a ver si coincidimos hoy", pero nada, no hay manera (risas).
-Es que si vas con la hora pegada al culo... (y ella también rie). A ver, ¿a qué hora lo cojes tú?
-A menos diez o a menos cinco.
-Claro, por eso sueles llegar tarde ¬¬
Y en realidad a ella le encanta que llegue tarde, observar su ropa de niño pijo al entrar a clase y su cara roja al pedirle disculpas al profesor cada día con una excusa nueva. Oler su colonia cuando pasa a su lado y sentir como se mueve el aire a causa de su velocidad son pequeñas cosas extraordinarias.
Al día siguiente, Lenna no se dirigió a su parada de bus habitual, sino que tomó el camino opuesto para esperar a Pau en la parada de la estación de tren. Las 7:45: no le ve (es normal, le dijo que coje el bus de menos diez); las 7:50: no le ve (el autobús aparece pero Pau no, sigue siendo normal, le dijo que a veces coje el de menos cinco); las 7:55: Pau no aparece, Lenna empieza a inquietarse. Las 8:00, la chica coge el autobús, no quiere llegar más tarde aun a clase, no es típico de ella.
Cuando llega al aula, Pau aun no está, no aparece por la puerta hasta las 8:53, mucho más tarde que de costumbre. Pero lo que Lenna no sabe, es que esa mañana de miércoles, Pau cambió de rutina, se levantó media hora antes, cogió el tren muy temprano, y andó hasta la parada de su pelirroja favorita, esperando ver su pelo llameante aparecer hasta las 8:15. Y con la tristeza pintada en el rostro, recorrió el camino hasta la facultad en un bus que sabía a la ausencia de Lenna.

domingo, 9 de mayo de 2010

Te lo digo yo

Vamos a hacer nuestros los Domingos, a dibujar sonrisas en el calendario y a abrazarnos, en lugar de tachar los días sin más con ese rotulador negro tan feo.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Enséñame a improvisar, a no pensar en las consecuencias y a tachar sueños de mi lista para escribir otros nuevos.
A colgarme de un estrella toda la noche y columpiarme mientras entre tus dedos. Nunca supe romper mis esquemas, los dibujé sobre piedra y los entinté con un edding.
Enséñame.