sábado, 30 de enero de 2010

Llévate todo lo que vivimos. Por primera vez conozco el significado de "no me importa". Y por eso te pido que te guardes en la maleta los capítulos de la vida que pasamos juntos, no me importa aquello de conservar los buenos momentos. Mirar atrás con cariño me sabría, cuanto menos, a tónica con limón. Guarda todos los trocitos de sonrisas rotas y enfréntate tú a ellas, que yo no puedo ni quiero. ¡Ah, pero espera! Antes de irte hazme un favor. Bésame el dedo índice, como antes, como siempre. Y eso será todo lo que guarde de tí, el tacto de tus labios eléctricos.

martes, 26 de enero de 2010

Martes

¿Sabes qué? Solo un día después y tu nombre ya no está en la tapia. Lo han borrado, pintando encima. Nunca odié tanto una pintura como esa. Creo que voy a comprarme un spray y escribirlo yo. Voy a convertirme por un día en una pequeña delincuente.

lunes, 25 de enero de 2010

Lunes

Y por ejemplo ir andando por una calle larga, aburrida, recorrida por una tapia de ladrillos que parecen tan tristes como yo. Levantar la vista ¿para qué? Pues para encontrarme con tu nombre escrito en la pared. Con un spray negro cuyo dueño tenía mal pulso. Pero da igual, tu nombre sigue haciéndome bajar la calle con la cabeza girada, sin querer dejar de memorizar sus sílabas y repitiéndomelas en voz bajita para que nunca se me olvide que formas parte de mí.

viernes, 22 de enero de 2010

Regalito para los fabulosos fans











Después de este "fuera de lugar" os invito a los fans de la chica fabulosa a que vayamos juntos al próximo concierto de Zahara en Madrid. He de confesar que no me apetece ir sola :(



viernes, 12 feb 20:30
presentación nueva gira en CLAMORES MADRID
estrenamos proyecto, con los fabulosos, por supuesto, con las canciones de la fabulosa historia, pero con muchísimo más! no digo más (por ahora!)
grupo invitado: LOS GUAPOS!!!
MADRID




Fuente: RTVE y www.fotolog.com/zaharapop

jueves, 21 de enero de 2010

¿Jugamos al parchís?

Y qué tal si te esnifas mi piel,
te beso y nos corremos después.
Que las caricias hoy día están muy caras
pero yo, yo te las doy, regaladas.
Si no me tocas se me seca la piel
y las heridas se hacen de hierro.
Te voy a comer y puedo empezar por donde desees.
La espalda primero, ¿o prefieres la boca?
Estamos jugando al parchis pero tiro porque me toca.

miércoles, 13 de enero de 2010

La niña, que se ha enamorado


Con el maquillaje roto, esparcido y oliendo aun al humo de la noche anterior, hay una Margot que escribe en francés en las paredes de su casa. Está deshecha. ¿Se habrá enamorado? Imposible, las Margots no se enamoran nunca. ¿O si?

-Hay un chico…
-Lo sabía…
-Tú no sabes nada Anette, tú solo sabes de follar y de comprar ropa.
-¿Ah si? Pensaba que eras tú la que solo sabe de camas ajenas.
-¿Alguna vez te has enamorado de alguien sin conocerlo? Bueno, no lo conozco pero lo sé todo de él. A qué hora desayuna, cuándo se ducha, la marca de pasta que tiene en las estanterías de la cocina, que le gusta tener el piso limpio y ordenado, que fuma aunque parece un niño bueno, que a veces baja a pedirme tabaco pero desde la ventana de la cocina veo que tiene un paquete entero en la mesa. Qué música le gusta, el ruido que hace con los pies al bajar las escaleras, la colonia que usa, todo.
-Eso no es suficiente para enamorarse de alguien cariño.
-¡Ja!

Y ese día Margot escribió la frase más larga que había escrito nunca. En la ventana de la ducha, con las letras al revés, para que cuando Toni se asome a espiarla mientras se enjabona el pelo, pueda leer su mensaje secreto:

Te he buscado en cada bar de La latina, en cada garito de Malasaña, en cada una de las calles de una ciudad que no duerme. He bebido la cerveza a morro, como una chica dura, porque me recuerda a ti. Te he buscado en otros labios pero nunca encontré lo que esperaba en ellos. Me han tocado otras manos y ni un namómetro de mi piel se ha erizado. Porque no eras .

viernes, 8 de enero de 2010


¿Sabes? Me huelen las manos a tabaco. Pero me gusta. Es un olor que no me abandona y se queda allí, entre el índice y el corazón. A diferencia del tuyo, que se fue agarradito a tu bufanda el día que decidiste marcharte. He cogido muchos trenes en busca de tu colonia, pero solo una de cien veces que cojo el metro la encuentro, camuflada entre la ropa y el pelo de alguna chica joven. Y nunca eres tú, nunca. He inhalado tantas veces el aroma putrefacto de los andenes deseando hallar entre esa basura suburbana el olor de tu abrigo. Estos putos cigarros son lo más parecido a ti que he encontrado en las calles de mi ciudad vacía, vacía de nosotros.

martes, 5 de enero de 2010

Martina II

Segunda y última parte del relato. Quizá os deje un amargo sabor, pero mi intención no era esa. Solo es una historia más que podría haber pasado así, o no. Gracias por los comentarios :)




Todas estas cosas no vienen a cuento…si ya lo se joder, pero si no lo escribo me da la impresión de estar dejando todo lo que fuimos en el olvido, y no soporto esa sensación. La verdad es que cuando recogí tu carta del buzón estaba pensando en una de aquellas veces en las que el sexo era desgarrador. En una de esas veces en las que sentía tu cuerpo sobre el mío y yo me sentía como la arena de la playa que recibe las olas temerosa y temblando de miedo, miedo a ser arrastrada por tu corriente tan adentro que luego no pudiese salir. Y así era, luego no podía salir de ese remolino que es tu cama. Admite que tú tampoco.
Pero lo que nunca, nunca se me va a olvidar, va a ser la forma en que me dejaste. Esa última carta fue como una puñalada. Una puñalada que yo no ví venir porque solo pensaba en lo perfecto que resultaba el mundo cuando estabamos juntos. Decía así:
“Querida Martina” (Muy formal ¡si señor! Pero una carta no es un buena forma de dejar a alguien, es cobarde amigo mio)
“Tendría que contarte tantas cosas para justificar esta carta…Pero no lo voy a hacer, intentaré ser breve para que el dolor sea menor (¿Tú crees que por breve me causaste menos daño?) ¿Recuerdas la guitarra vieja que encontraste en el sótano un día que bajamos a buscar unas cosas? (Maldita guitarra… Se convirtió en el detonante de esta minicatástrofe que es ahora mi vida) Estaba abandonada en el sótano porque fue un regalo de la primera mujer a la que quise, para ser sinceros, a la que más quise (Joder, gracias por decirme que la quisite más que a mi, muy honesto por tu parte). Ella cogió mi corazón y lo tiró a la trituradora cuando se cansó de él (Me resulta familiar esa situación). A lo que voy, no se si te acordarás de un día que iba a ir a buscarte al curro pero al final no fui y te puse de excusa que me habían encargado a última hora hacer el inventario(claro, y ahí podía estar yo pensando que pobrecitos: tú sin haber venido y yo echándote de menos), en realidad lo que pasó fue lo siguiente: mientras me tomaba un café en el Starbucks de enfrente de tu tienda me encontré con Ella, la de la guitarra y… joder, fue como una patada en el estómago. Empezamos a hablar, a recordar viejos tiempos y… bueno cielo, el resto te lo puedes imaginar (A esto es que no se ni qué decirte mi niño: te volverá a dejar tirado, sin más recuerdo que su olor. Yo lo se, y tú lo sabes también. Luego no me vengas llorando). Si no te he cogido el teléfono es porque no puedo decirte todo esto en voz alta, no puedo… Y ahora que te dejo, se que te voy a echar en falta muchisimo, pero se me pasará, y a ti también Martina, a ti también. Aunque ahora creas que no y que no volverás a enamorarte y todas esas mierdas que uno piensa cuando le dejan. Te quiero Rizos, de alguna forma aun te quiero, que no se te olvide”. (Para mi esta carta lo que no era es una forma elegante de dejarme, era tan, tan cobarde…).

Han pasado 913 días desde que recibí estas letras y te voy a contar un secreto: a mi me cuesta olvidar pero lo estoy haciendo, a mi ritmo.

lunes, 4 de enero de 2010

Martina

Hoy algo más largo que de costumbre. Escribí este relato para un concurso que consistía en escribir un relato de entre 1 y 5 páginas a Word que contuviera todo el tracklist del disco "día 913" de Zahara. Las palabras en negrita son los títulos, era difícil colocar algunos. Espero que os guste. Os dejo una parte, iré colgando el resto estos días.





Martina


Nos enviamos miles de cartas entrelazadas. Aun recuerdo la primera, que fue tímida y, mientras la leía, noté como tus letras se iban sonrojando. Siempre las leía dos veces: una mentalmente para sentirte dentro y otra en voz alta, porque me gustaba imitar el tono de voz que yo pensaba que tendrías al decirme aquellas cosas. Nos he imaginado mil veces comiendo sugus de colores sentados en ese banco que está enfrente de mi portal, ya sabes cual. Contigo hice todas esas cosas que uno ve en las películas de Isabel Coixet y que cree que nunca le pasarán en la vida… Pues ya lo ves, si que pasan. Qué pena que nadie estuviera filmando.
Cuando pienso en ti, (lo cual hago unas 248 veces al día aproximadamente) me vienen a la cabeza todas las secuencias, todas las escenas, cada uno de los planos de la que fue nuestra historia. La que proyecto más veces es esa en la que sacaste la polaroid un dia que estábamos en el Retiro mientras me decías: “Sonría”,  me pillaste desprevenida con la boca abierta y los ojos medio cerrados. ¿Te acuerdas de cómo nos reimos? No parabas de mirar la foto diciendo lo graciosa que salía y yo no paraba de decirte que la tirases al lago para que se la comiesen los patos. Bueno…igual no, igual no te acuerdas. Pero es por eso por lo que te escribo esta última carta, para no quedarme con las ganas de saber si me vas a recordar o no. Así se que lo harás aunque solo sea mientras la lees. Porque tengo la certeza de que la leerás, tú siempre has sido de esa gente a la que le puede la incertidumbre. Luego, justo después de esa, me viene a la cabeza así como quien no quiere la cosa aquella otra vez, aquel otro día en el que bajamos a tu trastero a buscar una lata algo oxidada de galletas de mantequilla donde guardabas fotos de cuando eras pequeño, y descubrí una guitarra vieja abandonada en un rincón. Tenía tu nombre escrito por detrás con letra de mujer (ya sabes, las mujeres escribimos como más redondito). La cogí entre mi manos con cuidado porque parecía que iba a romperse a trozos por aguantar el peso de una gran historia sobre sus hombros.
-¿Tocas la guitarra?-te dije.
-Tocaba.
-¿Por qué nunca me lo has dicho? ¿por qué ya no tocas?
-Pues porque hace mucho que no bajaba aquí y ni me acordaba de la guitarra.
Pero yo supe que si te acordabas de ella, quizá cada día. Lo vi en tu cara triste y nostálgica, una cara que no te había visto nunca. Casi te obligué a que subieras la guitarra a tu habitación y tocases para mi. Y lo hiciste, vaya si lo hiciste… y ¿sabes qué? Deseé que no lo hubieras hecho porque aquella guitarra sonaba a corazón roto, a mentiras y a primer amor. Hoy se que no iba muy desencaminada. ¿Por qué nunca me lo contaste mientras estubimos juntos? Después de esa canción te pedí que me contaras un cuento. No podía irme a dormir con aquel sonido desafinado y lacrimoso. Y me contaste el mejor de todos los cuentos que he oído hasta hoy: el nuestro. Me contaste que érase una vez una chica pelirroja y con la cara llena de pecas estaba sentada en la biblioteca con sus gafas de pasta y sus rizos semirecogidos en una coleta mal hecha, y érase una vez un chico con los ojos cansados de llorar y las manos rotas de haber dejado de amar a otra piel. Y érase una vez sus dos historias se mezclaron convirtiéndose en una sola, me contaste como amabas cada uno de mis defectos y de mis errores y yo amaba los tuyos, que los motivos por los que me querías eran los mismos por lo que a veces me odiabas, que te encantaba despertar con fruición, tan pegado a mi que resultabamos siameses a los ojos de tus cortinas azul cielo. Que eramos dos tontos soñadores que se imaginaban a si mismos en un descapotable color crema recorriendo carreteras secundarias escuchando a Oasis y su wonderwall, cantando la letra al unísono y aguantándonos las ganas de parar en la cuneta y montárnoslo en el asiento de atrás.

viernes, 1 de enero de 2010




Nunca me fumaré las calles de Madrid como me las fumé contigo.