lunes, 27 de diciembre de 2010

A sus majestades de oriente.

Que nuestras manos se encuentren como por casualidad a mitad de la mesa, ese es el único regalo que quiero por Navidad.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Destino: Ningunaparte


Todos los recuerdos me caben en la funda del abono transporte mensual. Un calendario pasado de fecha con el mapa de metro brillando en una de sus caras, un dibujo con las esquinas rotas y un papelillo de arroz que habla de tí. Con 20 euros escasos en la cartera y el paquete de tabaco en un bolsillo me voy a “ningunaparte”. Tengo ya poco que perder. Quizá robe un libro de bolsillo en la estación, uno de esos de tapa blanda que no me gustan nada, pero un viaje sin libro, no es viaje. El asiento de enfrente es tuyo, nadie se sentará en él mientras yo esté en el tren, si hace falta pondré las zapatillas sobre él, seré esa maleducada que nunca he sido. -Eh, pero si aun me queda un sugus azul en la mochila, grata sorpresa.- En la siguiente parada bajo a fumar, joder que frío. Mi mechero da las últimas bocanadas y pierde en su lucha contra el viento. Un chico de veintipocos acude en mi ayuda cual valeroso caballero, cerilla en mano (me gusta ese detalle, que use cerillas, como antaño). Se le ve tímido, pero yo le echo morro y le digo que se siente conmigo cuando subamos de nuevo  al tren. ¡Ojo!, a mi lado, que no enfrente (ya te digo que ahí solo puedes sentarte tú). Y nada, que no le saco conversación. Yo que pensé que un chico que se enciende los cigarros con cerillas tendría mucho de qué hablarme y ahora nada…Pues le voy a leer el libro que he hurtado, seguro que ya se lo sabe de memoria, pero a mí me hace ilusión. Nunca le he leído “El Principito” a nadie ¿sabes? La siguiente eres tú, que no te quepa duda.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Biológicamente imposible

Vivías en una ciudad llena de gente, atestada diría yo. Ibas por las calles sorteando viandantes demasiado lentos, demasiado aburridos, demasiado... Pero tú no eras de las que bajan la vista como quien busca monedas no, tú la cruzabas con cada desconocida buscando encontrar sus ojos en los de cualquier otra. Sabías que era biológicamente imposible y aun así seguías dándote chapuzones en ojos extraños.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Piratas de asfalto


Seremos piratas de asfalto, abrigo como uniforme y bufandas kilométricas por bandera. Viento en popa a toda vela subiremos las escaleras de tu portal, las prisas nunca fueron buenas compañeras de viaje pero por esta vez haremos la vista gorda. Llenaremos de vaho las ventanas surcando nuestros cuerpos, océanos improvisados. Nos fumaremos un cigarro a pachas, como capitán y oficial de cubierta. Luego yo me iré a casa y escribiré en el cuaderno de bitácora que quiero echar el ancla en un puerto de nombre "tu espalda", donde ya no me harán falta salvavidas.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Desgastémonos las zapatillas


Cuéntame bajito que quieres bajar conmigo por la cuesta de San Vicente y echarme carreras de zapatillas viejas hasta los jardines del Moro. Tal vez una tarde de Domingo en Lavapies y un café a las seis ¿no? Bajarnos del bus en Ópera y sujetar una pared del Teatro Real con mi espalda. Me gustó aquel sábado que madrugamos para conocer Malasaña a fondo, yo andando delante y tú a tres metros, siguiéndome de cerca, como si no nos conociésemos. Te llevé a cada librería de tercera o cuarta mano y buceamos entre historias de otros tiempos. No me puedo olvidar de esos detalles, de cómo acelerabas el paso para abrirme la puerta y hacer una reverencia ridícula antes de dejarme entrar solo porque te gustaba verme pasar vergüenza. He comprado unas converse nuevas, ¿las desgastamos juntas?

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Yo te doy el mundo a largo plazo y a corto un trago de ron

Llámame egoísta adelante. Quiero ser la única que te conozca por dentro. La única que ha aprendido a entenderte y que quiere seguir aprendiendo. ¿Es un delito ser egoísta? Bien, entonces me declaro: Culpable.

jueves, 11 de noviembre de 2010

De Relocos y Recuerdos

No suelo contaros mi vida en estos lares, pero hoy voy a hacer una excepción porque siento la necesidad de compartir algo muy bonito con vosotros.

El lunes fue el cumpleaños de una amiga importante y quiso compartir esa noche conmigo viendo juntas a un pedazo de artista que nos gusta mucho a las dos. Me refiero a Luis Ramiro. No solo era la primera vez que yo le veía en directo sino que era la primera vez que pisaba el famoso "Libertad 8". Llegamos justo para coger las dos últimas entradas, las cuales eran un sitio muy muy incómodo, pero en primerísima fila. Nunca un dolor de espalda ha merecido tanto la pena, de verdad. Para todos aquellos que no le conozcan, comparto con vosotros el vídeo que grabé de su canción "Annie Hall" (como la película de Woody Allen, sí ^^). Y para los que si lo conoceis simplemente: disfrutadlo.


miércoles, 3 de noviembre de 2010

Razones

-Te quiero.
-¿Por qué?
-Te quiero porque sabes que mi café solo lleva una cucharadita de azúcar, porque  sabes que nunca leo las páginas de deporte del periódico y me las quitas para ahorrarme buscar la siguiente sección.  Porque conoces la marca de acondicionador que uso solo por el olor, porque sabes que nunca me seco el pelo después de la ducha. Porque eres la única que no intenta convencerme de que tire esas zapatillas tan viejas que tienen  tanto valor para mí. Porque ya no hace falta que te diga que cuando suena Dani Martín en la radio cambies de emisora, la apagas y me cantas una de Extremo. Luego te sigo y acabamos dejándonos la voz al grito de “Golfa”. Te quiero porque cuando estoy enfadada y no paro de explicarme con las manos, las sujetas y me haces contar hasta 10 (a veces hasta 100). Porque si no te gustan unos zapatos me lo dices claramente. Porque cuando se me acaba el tabaco me das del tuyo aunque yo no te pida. Porque sabes que cuando estoy enferma no me gusta que me mimen y me dejas mi espacio. Porque no te gustan las mismas películas que a mí y aun así te quedas a verlas solo para estar un rato conmigo. Al final nunca terminamos de verlas porque antes de que me dé cuenta ya estamos quitándonos la ropa para que nos salgan las cuentas. Porque vas a buscarme al trabajo con el coche para ahorrarme el camino en metro. Porque sabes que no me gusta hablar por teléfono ni ver la tele. Te quiero por todas esas cosas, pero de todas formas, no necesito razones.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Desde que nos estamos dejando


Desde que nos estamos dejando solo veo una cosa mire donde mire: parejas. Lo sé, lo sé…Es un tópico. Un topicazo de hecho. Como eso de estar en el sofá comiendo litros de helado de chocolate porque ya no me quieres, y si sigo así me pondré tan gorda que no me querrá nadie, bla bla bla. Ya sabes, demasiadas películas hollywoodienses en mi estantería. Es en esas tardes de viernes cuando me digo: sal, ponte guapa, coge un bus y vete a tomar un café al centro, o al cine, yo que sé. Y lo hago, saco fuerzas del cajón de los calcetines y me pongo esos vaqueros que me quedan tan bien con esos botines que tanto te gustaban. Pero ocurre que me monto en el autobús y a las dos paradas siguientes sube una pareja de adolescentes que se besan y se abrazan como si no hubiera mañana y me dan envida. Mira que yo nunca he sido de muestras de amor en público pero ya ves, es el cuento del niño y la pelota. Veinte minutos después me bajo del bus, subo por Gran Vía sintiéndome la reina del mundo hasta que llego al edificio telefónica donde he quedado con Paula y puedo disfrutar durante los 15 minutos que lleva de retraso de otras cuatro parejas más que se encuentran después de una semana sin verse, aunque parece que haya habido una guerra desde que no se ven. Si es que a quién se le ocurre quedar aquí, punto de encuentro de medio Madrid. Así no hay quien huya de los recuerdos. Yo no sé si a ti te pasa lo mismo. Quiero pensar que sí, que me echas de menos tanto como yo a ti, y que también te preguntas qué hemos hecho mal al ver la de amor que hay inundando las calles y lo poco que nos ha durado a nosotros. ¿Me ayudas a echar las manecillas del reloj atrás y a empezar de cero? Escribamos otra vez el principio, sé que esta vez puede salirnos bien. Vamos…

jueves, 21 de octubre de 2010

Cuéntame

Háblame de tu tierra, de tu mar y de esas casitas blancas que acarician la arena y cuyas azoteas se cuentan secretos unas a otras. Quiero respirar el olor a salitre, respirarte, que me respires, respirarnos. Comernos a besos metidas en el agua. Háblame de cómo suena una guitarra en la costa catalana, y no me digas que suena igual que aquí, porque no me lo creo. Cuéntame si has escrito mi nombre en la arena alguna vez, si luego lo has borrado con el pie como queriendo borrarme a mi también de tu cabeza. Y dime, mi niña, si esta noche vas a dejar la ventana abierta para que me cuele cuando llegue y poder dormir a tu lado, con nuestras pieles mezclándose.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Éramos tan distintos que no se ponían de acuerdo ni nuestros relojes.

domingo, 10 de octubre de 2010

Peces


El otro día pasé por delante de una tienda de animales. Por el rabillo del ojo comprobé mi reflejo en el cristal. Ya sabes que me gusta saber si estoy bien peinada así como cada 5 minutos, es uno de mis defectos. El caso es que mi operación "flequillo en su sitio" no pudo llevarse a cabo porque dos pececillos captaron mi atención. Estaban ahí, tan solitos, cada uno en una pecera. Se miraban con amor, sintiéndose cerca aunque les separaba una barrera infranqueable. En su caso de cristal.  Tuve que entrar a comprarlos. No podía dejar que siguieran queriéndose en la distancia. La verdad, entré a comprarlos más que nada porque me recordaron a nosotros dos. Porque ¿sabes? Si eso que llaman destino no quiere hacernos el favor de colocarnos en la misma pecera, yo no voy a ser tan cruel con ellos dos. Ahora nadan juguetones entrelazando sus pequeñas aletas dentro de esa bola de cristal. Les pongo “Wish you were here” en mi Spotify para que sepan que hay canciones que hablan de su historia, como las hay que hablan de la nuestra. Y me dan envidia. Múdate a mi pecera, salta valiente. No dejaré que caigas fuera y te ahogues.